Mamá




Muchas veces solo necesitamos un golpe de suerte. Luchar y confiar. Esperar. Esperar expectante. La orden suprema es nunca bajar los brazos, auto superarse, contrarrestar a la generación pasada. Los fantasmas del pasado. Teresa, José de Cindo, María del Escalón, Carmina, Marcial tiran de la misma soga. Buscan adentrarnos en la penuria española de la década del 40’. Volver a Almurfe y retroceder. Hacernos sufrir por lo que ellos no lograron.

Mamá fue publicada por primera vez hace quince años por Jorge Fernández Díaz, hijo de Carmina y de Marcial, hijo de las penurias, del hambre y la pobreza. Pero también, por primera vez en su familia, hijo de la literatura.

Nuestro narrador testigo se somete a varias sesiones de entrevistas con su madre luego de que ésta, a pesar de sus fervientes creencias asturianas, recurriese a una psicóloga para contar su historia y para, finalmente, desahogar y desprenderse de cada episodio vivido: la estadía con sus tíos en Buenos Aires, la relación con sus padres, su matrimonio, la soledad, su visión y opinión política y económica.

“¿Qué clase de personas son ustedes que después de tanto tiempo no han conseguido ser alguien?”, preguntó alguna vez una vieja amiga de Carmina perdida en la distancia luego de regresar al viejo continente.

No fue fácil. Nunca lo es. Pero ser un español en Argentina y un argentino en España logra quitarte la patria, el sentido de pertenencia. Lo único que buscan es sobrevivir. “Había que quedarse. Pero para quedarse había que luchar.” Y es probable que todos, todos menos Carmina, se hayan cansado de luchar.

Cuando estos argeñoles se establecieron en Buenos Aires, saborearon el auge de un país en crecimiento. Pero lo bueno dura poco. Llegó el 2001 y la destrucción de la clase media atemorizó a aquellos que ya habían vivido lo peor.

“Te pasas toda la vida atorado en el laberinto, pensando en cómo vas a escapar de ahí un día y qué fabuloso será; imaginar ese futuro te mantiene con vida, pero nunca te escapas. Solo utilizas el futuro para escapar del presente”.

Pero a Carmina, nuestra gran protagonista, el presente es lo que la mantiene viva. Su empeño, su necesidad de estar al pie del cañón para ella y su familia. Vive por y para superarse, se aburre sino. Sueña con Almurfe. Desandar los pasos y recomenzar. Sueña con volver al inicio del laberinto y, esta vez, no escapar. O, al menos, eso dice. Carmina no es española ni asturiana. Es de Almurfe, de su chocita cercana a la ruta. De donde se crió y donde fue “hija de María del Escalón”.

“Hice todo para escaparme del pasado, que para mí está asociado a la pobreza, y luego también para volver al pasado, que para mí está asociado a los prados de Almurfe”.



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