El arte de la belleza.
Su valoración y admiración. Inglaterra en el siglo
XIX y
personalidades adversas e influyentes: Dorian Grey, Basil Hallward y Lord
Henry Wotton. Tres protagonistas unidos por el utópico concepto de la eterna
juventud y de lo bello.
Una sociedad, “una época
que lee demasiado para ser sabio y que piensa demasiado para ser bella”. Así,
su mayor representante, Lord Henry, despliega sus conceptos y teorías
abstractas incidiendo directamente en la mentalidad de Dorian Grey como así también, en el eje central de la historia.
Primero, los nuevos y “reveladores” conceptos filosóficos, un libro y
finalmente, la revolución, la metamorfosis ideológica.
El
adolescente se autodefinió discípulo de Henry y optó por permanecer bajo su
ala. Convencido de que “el pecado” es el único elemento de color real en la
vida moderna”, dirigió su vida y accionar hacia la ignominia. Ajeno a la moral de
la época o a cualquier tipo de remordimiento, Grey destinó su tiempo a la
corrupción del orden púbico.
La
obra de Oscar Wilde establece como
tópicos centrales al pecado y al efímero concepto de belleza. El argumento
se plantea desde un lienzo en que Basil despliega todo su talento y potencial,
donde los rasgos y facciones de Dorian Grey quedarían eternizados.
Basil dejó su alma mientras pintaba
pero resulta que también el alma del modelo quedó atrapada allí. Sus pecados y
temores se fundirían con el óleo y las acuarelas pues “lo que los gusanos son
para los cadáveres, los pecados serían para la imagen pintada sobre el lienzo”.
La
eterna juventud, la belleza, el libertinaje. La memoria, el recuerdo, la
desesperación. Paranoia. Culpa y remordimiento. Paranoia. Colapso. “¿Qué
provecho alcanza un hombre que gana el mundo entero y pierde, (…) su propia
alma?”
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