Posdata de estereotipos




Impunidad, justicia, poder, superioridad y esclavitud son algunos de los temas abordados en esta reveladora y controversial historia fechada en el 1800, donde toma protagonismo su contexto histórico: dos invasiones inglesas y una paulatina e interminable (hasta hoy en día) lucha de poder por el dominio de las islas Malvinas.

En el conocido diario de Guevara nos enfrentamos a la tan resistida, por algunos y tan apoyada por otros, novela histórica. Para algunos la literatura es saber, para otros es ficción. Pero para pocos, la literatura es ambas. En esta narración, la escritora y profesora en letras modernas oriunda de Junín, Sylvia Iparraguirre nos ha mostrado un paradigma ambiguo, una literatura sofocada de carga política y una clara e inminente postura o posicionamiento, remitiéndose a  La Tierra del Fuego, a las islas kelpers, a las “islas bélicas”, en complicidad con la pasión natural de la escritora por las palabras.

Este popular texto, nos traslada a una época lejana que generalmente tratamos de imaginar para comprender mejor ciertas cuestiones del pasado. Gracias a la habilidad redactora de la autora, los lectores llegamos a compenetrarnos con un relato con el que nos trasladaremos a la época de batallas y colonizaciones pasadas, nos sentiremos parte de ese mundo, simpatizaremos o no con algún personaje, trataremos de predecir la continuidad de la historia, indagaremos en su temática con el único fin de conocer. De saber sobre nuestro pasado. De complementar historia con literatura.

En 1998 nace un agudo y minucioso relato que hábil y eficazmente demuestra, en una admirable prosa, la nefasta condición del hombre, sus miserias humanas en el estado más crudo y real, su idiosincrasia personalista y autónoma como aun así de superioridad desprendido de todo carácter moral y sumamente allegado a la idea de poder. Esta descripción se puede ver enlazada a la personalidad de los miembros de la Misión, en contraposición a la inocencia, idealización y correcta interpretación de la vida formulada por los yámanas, quienes creen en un mundo colectivo, en un mundo de todos.


Ambos antagónicos no dejaban de ser semejantes, desconfiaban de lo desconocido, catalogándolo como enemigo. Unos sentían que la otra comunidad interpretaba toda fuente de poder y los otros la veían como la personificación del diablo. Pero ante lo ignoto, la pregunta persistía: después de todo…”¿qué veía (…) cuando me miraba?”. A partir de esta pregunta surgía un enfrentamiento de culturas, una inquietud de conocimiento que se desprendía de cada presente. Tratar de entender lo diferente en un mundo insensato y sin intención de lograrlo resultaba un arduo deber. Aún así, qué más se podría hacer que indagar en las costumbres reflejadas en la civilización opuesta. Los ingleses también creyeron esta teoría, por lo que pusieron a disposición todas sus armas con el fin de imponer su ideología; a su vez, los pobladores de Cabo de Horno, dejaron su mente a la merced de los europeos para aprender sus manías y acciones cotidianas.

En términos regulares hablamos de historias narradas directamente, hechos que el personaje vivió o atestiguó. Pero en esta prometedora narración nos encontramos con una frase que nos hace ver más allá de lo que vemos. Nos encontramos con un narrador, Jack Guevara, que desde un principio no tiene ninguna razón personal para esclarecer su recuerdo, pero que aún, sin insistencia, devela y desnuda su memoria, preso y enardecido por su pasado. “Para el que lo escribe, un relato es como un espejo” y así era, esta tarea que se auto propuso desmantelaba su alma, su esencia, contribuía a que el personaje se conociera a sí mismo.

En sintonia con la novela, desciframos una carta, un testimonio que cambia y complejiza la razón de existir de este protagonista, que lo lleva a una reminiscencia que lo acusa hace treinta y cinco años. Esta carta lo traslada a una inexorable lucha de poder entre indígenas e ingleses. La influencia sometida en los diversos cargos políticos del país europeo llevo a una controversia con uno mismo, de lealtad a uno mismo. “Entiendo que siempre hay dos caminos y después otros dos, hasta el infinito, pero al comienzo, sólo dos”. ¿Acatar o revelarse? ¿Someterse e indignarse o pelear?.

Omoy Lume se resiste. Produce un giro brusco y abrupto en la historia. Cambia la homóloga corriente seguida por las civilizaciones. Nadie lo cree, no es posible. Los más débiles logran imponer su ideología. Vuelven a su tierra. “Su destino y el de su pueblo estaban sellados. Ahora había diablo en el país de Omoy Lume”.

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